Ya han pasado dos semanas y sigo acatarrada. De tanto toser y toser me he quedado definitivamente afónica y en lugar de ir a trabajar, he tenido que ir al médico. Lo único que tengo claro es que cada vez que pillo un catarro, lo pillo con tanto cariño que me lleva varias semanas soltarlo.
Los de mi trabajo deben de estar alucinando porque creo que nunca han conocido a nadie que enferme tantas veces en tan poco tiempo.
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