Esta semana he aprendido una lección muy grande. He vuelto a darme cuenta de quiénes son de verdad mis amigos y valoro más que nunca la relación que tengo con ellos. Unos estáis a cientos de kilómetros, otros aquí mismo... pero la distancia no hace que mengüe el cariño que existe entre nosotros. Gracias por cada llamada de teléfono, por cada mensaje enviado, por cada desayuno, comida o cena que hemos compartido juntos. Gracias por abrirme las puertas de vuestra casa y por hacerme el honor de acudir a la mía. Gracias por cada regalo hecho sin motivo alguno.
Es estupendo sentir el calor de vuestros abrazos, ese beso acompañado de un ¿qué tal estás?, vuestras palabras de ánimo y un "te quiero" o un "te echo de menos" que sale de dentro del corazón.
Vuestro amor y vuestro ánimo me motivan a seguir adelante.
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